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lunes, 1 de diciembre de 2008

Día 10.-Keepersburg

Después de despertarse, abrió las ventanas, la temperatura había descendido varios grados, pero él se encontraba bien así sintiendo el aire frío de la mañana en la cara. Ya tenía el hombro bastante mejor, el dolor casi había remitido aunque seguía teniendo dificultades para hacer fuerza, también las diversas marcas de la pelea habían remitido, aunque seguían quedándole marcas parduzcas en la piel donde días atrás había habido tonos morados.

Como todos los días se lavó la cara y bajó al salón común a tomar un rápido desayuno a base de pan y miel.

La calle estaba más vacía de lo habitual pues un manto de nieve hacía resbalar a todo aquel que salía, sin embargo, había más niños jugando de lo que venía siendo habitual, sin duda por la llegada del blanco elemento.

Por el centro de la calle se veían huellas de animales y rodadas de los carros que se dirigían desde primera hora de la mañana al mercado. Ethan decidió desviarse un poco, iba vestido con ropas típicas de la gente de aquella ciudad con colores suaves y distintos tonos de marrón y gris, dos días atrás había tenido que comprar una capa para guarecerse del frío, a pesar de lo cual sentía como si estuviese incubando alguna enfermedad.

Caminaba por el mercado cuando vio a un chico escabullirse por detrás de uno de los mercaderes, un tipo grande y orondo con los mofletes arrebolados pro el frío y ojos alegres enmarcados pro unas espesas cejas. El chico llevaba algo en la mano e iba ocultándose tras las otras tiendas del mercado hasta que desapareció por una callejuela.

Ethan sabía que no tenía nada que ver con él pero, sin embargo, decidió seguir al chico, este caminaba tranquilo por la callejuela tratando de pasar desapercibido, a pesar de que la calle estaba casi vacía de gente, de repente el chico echó a correr y desapreció por una esquina, el mercenario le siguió con grandes zancadas resbalando más de una vez y estando a punto de caer, le estaba recortando terreno al chico que al ir más atento a su perseguidor que a la calle, tropezó y a punto estuvo de caer pero, a pesar de que consiguió mantenerse de pie, Ethan le alcanzó lanzándose sobre él y colocándose sobre su espalda para inmovilizarlo.

El chico llevaba una bolsa llena de monedas de cobre, "No es un gran botín", pensó Ethan, el niño lloraba para dentro mientras pedía perdón y decía que no volvería a hacerlo, Ethan se dio cuenta de que estaba famélico.

-Ten, unas monedas no le harán daño a ese tipo, pero no deberías robar, si te vuelvo a pillar, te arrepentirás, ¿entendido?.-Dijo Ethan mientras ayudaba al chico a incorporarse y le ofrecía unas pocas monedas de cobre de su propio bolsillo.- Ahora lárgate, yo devolveré esto.

-Gracias señor.- Antes de que Ethan pudiese decir nada más, el chico ya había desaparecido con su dinero por la siguiente esquina.

El mercenario, se acercó al mercader y le entregó la bolsa diciéndole:

-Señor, he visto como le robaban hace un rato, he perseguido al chico, pero ha escapado, aunque en la carrera debió caérsele la bolsa.

-¡Por todos los dioses!, menos mal si pierdo el dinero mi mujer me matará, déjeme que le recompense.

-No hay de qué, además no sería ético por mi parte aceptar su dinero.

-Está bien, entonces, al menos acepte comer conmigo en la posada que hay al final de la calle.

-De acuerdo.-Quedaron para una más tarde cuando el mercado cerrase y la gente se marchara a sus casas e Ethan se marchó a cambiarse de ropa por su ropa de guerrero que además estuviese más seco.


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Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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