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jueves, 4 de diciembre de 2008

Día 11.- Otra mañana fría

Ethan se levantó pronto para estar listo a primera hora dónde el mercader le tendría que esperar, le había advertido de que era realmente puntual y, con cierta sorna le había dicho que no le esperaría.

Visitó la jofaina como cada mañana y se lavó cara y manos en el agua fría, se sintió despertar en aquel momento, abrió los postigos de la ventana y un aire helado bañó la habitación, aún faltaría una o dos horas para el amanecer, "quizá demasiado pronto" pensó entre vestirse y hacer el fardo de la ropa pasó los primeros minutos de su mañana luego volvió a tumbarse sobre la cama y dormitó como media hora, cuando consiguió despegarse del influjo de la mullida cama volvió a quitarse las legañas y se dispuso a salir de la habitación con todos sus enseres a cuestas.

El posadero estaba en el salón, limpiando pues ningún parroquiano había asomado aún la cabeza ni lo harían, seguramente, en una hora.

El espigado hombre se le acercó y le ofreció una cerveza tibia. A lo que Ethan respondió afirmativamente.

-Aquí tiene, veo que se marcha, ¿puedo preguntar a dónde se dirige?

-Por supuesto, aunque no le puedo responder, voy a escoltar a un mercader hacia el norte, pero no se decirle a dónde; aunque tampoco es un problema, por lo que pretende pagarme iría casi a cualquier lugar de este mundo.

-Entiendo, un guardaespaldas tiene que hacer lo mejor para su empleador.

-En realidad soy más un compañero de viaje, no creo que siga por todo el mundo a ese hombre, simplemente…

-Entiendo, que le viene de camino.

-Exacto.

-Muy bien, bueno, tengo que seguir limpiando, si le parece bien quería obsequiarle con un poco de carne en salazón y este pan para el viaje. Ya sabe, si algún día vuelve por aquí no dude en pasar a visitarnos.

-No se preocupe, recordaré su hospitalidad.

Raüm no aparecía en el punto acordado, Ethan decidió ir a buscarle a la posada en la que estaba, la mujer que ocupaba la barra le dijo que el mercader no había bajado aún, pero que si lo habían hecho los guardaespaldas que habían pedido que se ensillaran sus monturas; según la mujer habían partido tranquilamente hacia el sur.

-¿Cuál es la habitación de Raüm, señora?

-No puedo decírselo caballero, esa no es una información que compartamos con el primero que la pregunta, somos un establecimiento muy respetable.

-Entiendo, en ese caso, ¿puede avisarle de que Ethan Edhamson le espera?

-Por supuesto.

La mujer llamó a un joven y le indicó que fuese a buscar al señor Kreogh, en seguida el joven bajó corriendo e indicó que nadie le había abierto la puerta a pesar de que había llamado en varias ocasiones, era extraño que no contestase, así que la mujer subió a llamar ella misma, estaba visiblemente preocupada, también ella sabía que el mercader era muy puntual y, si había concertado una cita con aquel hombre, tendría que estar ya despierto.

Llamaron a la puerta en repetidas ocasiones, ante la falta de respuesta la posadera trató de abrir la puerta, pero parecía que se habían dejado la llave por dentro. Ethan la apartó con la mano y con su hombro bueno embistió la puerta haciendo saltar trozos de madera y astillas.

Raüm se encontraba en el suelo, había sangre junto a su cabeza, la mujer se lanzó junto a él llorando amargamente, sus sollozos indicaban que le creyó muerto, sin embargo Ethan se dio cuenta de que solo estaba inconsciente pues el pecho subía y bajaba ligeramente.

El mercenario tranquilizó a la posadera y subió a Raüm a la cama dónde esta trató de limpiarle la herida.



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Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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