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lunes, 22 de diciembre de 2008

Día 21 al 23.- Una amarga victoria

Cuando Ethan supuso que los arqueros habrían llegado al otro lado desplegó a los que quedaban con él. Él y los cuatro arqueros tomarían posiciones mientras Ox y Raüm esperarían a la carga del enemigo para enfrentarse a ellos en combate cuerpo a cuerpo, momento en el que el mercenario dejaría su arco y tomaría posición junto a ellos con su espada en alto.

Al ver al grupo de arqueros los kuhaitines emprendieron la carga, dos cayeron con la primera andanada, pero continuaron cargando, de pronto mas flechas les alcanzaron por la espalda derribando a otro, si bien no detuvieron la carga, una segunda andanada de flechas acabó con tres bárbaros más en el suelo, pero los cuatro restantes alcanzaron a Ox y Raüm derribándolos sin problemas, Ethan tubo que ordenar la carga de todos los arqueros, esperaba abrumarlos con su proporción de dos a uno hasta que llegasen los otros arqueros.

El ataque de los kuhaitines continuó acabando con dos de los hombres de Ethan, pero este era un guerrero experimentado y mantuvo a los otros dos entretenidos mientras el resto eran masacrados y despedazados, Ox apareció delante de Ethan con su hacha en alto y la descargó sobre uno de los bárbaros que respondió con un giro para detener el golpe, luego giró sobre si mismo y con una estocada certera clavó su larga espada en el abdomen de Ox, Ethan aprovechó el momento para dar muerte a su contrincante sin mucha dificultad, pero el bárbaro restante aún encontró fuerzas para dar muerte a otro hombre antes de que Ethan y Raüm lo ensartasen.

El balance era muy desalentador, ocho bárbaros muertos y dos heridos y por su parte habían muerto tres hombres y Ox herido de gravedad, en realidad era una victoria abrumadora, pero a él le quedaban, a penas, once hombres en total, de los que uno estaba herido y medio cojo y Ox estaba a punto de morir.

O llegaban refuerzos pronto o tendrían que huir. Si el poblado de los kuhaitines no tenía noticias de sus hombres mandarían un nuevo ataque y esta vez no serían diez hombres, habría al menos el doble y seguro que no cometerían la misma estupidez de no mandar arqueros.

Ox se debatía entre la vida y la muerte con una fiebre altísima, el hombre que había curado al congelado no sabía que hacer con aquella herida, era demasiado profunda y no era capaz de detener la hemorragia. El sudor perlaba la frente de Ox que enfebrecido mandaba a un imaginario ejército cargar hacia los bárbaros. Habían tenido que atarle pues no paraba de moverse en la cama, cada poco tiempo le cambiaban las mantas empapadas en sangre, Caurt lloraba ya la muerte de su amigo, que no tardó en producirse y, a pesar de sentirse apesadumbrado por la pérdida, Ethan se dio cuenta de que era mejor así, sus gritos habrían indicado a los bárbaros dónde estaban.

-Todos sentimos lo de Ox, Caurt,- dijo Ethan,- pero no podemos quedarnos en el pueblo, ya has visto lo que ha pasado y la próxima vez no tendremos tanta suerte, los que nos atacaron eran solo una avanzadilla, hemos interrogado a los dos bárbaros que sobrevivieron al ataque hasta matarlos y no han dicho nada.

-Pero no podemos abandonar el pueblo, tenemos que defenderlo.

-¿Cómo?

-Montemos barricadas

-¿De que serviría?, no podemos defenderlas, no tenemos suficientes hombres y en cuanto nos ataquen con cuatro arqueros y otros diez guerreros, nos tendrán a su merced, debemos dar gracias de haber sobrevivido para ver el nuevo día.

-Ethan tiene razón Caurt.- Interrumpió Raüm,- queremos ayudaros, pero deberíais huir a Knight’s Field, y tratar de encontrar el apoyote los caballeros de Keepersburg, quizá, de ese modo tengáis alguna posibilidad.

-Caurt.- Dijo Ethan con su voz más comprensiva.- Hemos hecho lo que hemos podido, pero dos cargas más como esta y no quedará ni uno de nosotros, además Raüm y yo hemos de partir hacia el norte antes de que los caminos queden intransitables, ya hemos retrasado mucho tiempo nuestra partida y quedarnos aquí solo conseguirá que acaben con nosotros.-Raüm le miró dispuesto a interrumpir, pero Ethan le mandó callar con la mano.

Al día siguiente los hombres de Caurt partieron a primera hora, Ethan se sentía como cuando le habían drogado, con un intenso dolor de cabeza, pero siguió un poco las huellas para darse cuenta de que iban hacia el bosque, algo murió en su corazón aquel día, pero él y Raüm, ya no podían hacer nada, debían partir hacia el norte de inmediato.



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Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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