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miércoles, 17 de diciembre de 2008

Días 15 al 21.- Entrenando a los hombres

La nieve seguía cayendo cada vez con mayor intensidad, así que habitualmente se encontraban todos en la misma casa con la chimenea encendida, desde que Ethan y Raüm llegaron habían ido a por leña un par de veces, dejándola dentro de las casas para que se secase puesto que con las continuas nevadas tenían el fuego encendido a todas horas y.

Como no tenían mucho que hacer pasaban el día cazando y entrenando a las órdenes de Ethan. Eran buenos hombres pero como guerreros no valían gran cosa, con la espada o el hacha eran pobres, pero con el arco se defendían algo mejor al ser cazadores experimentados, a pesar de lo cual no tenían entrenamiento marcial y eran difíciles de adiestrar y olvidaban las órdenes con facilidad.

Para entrenarles Ethan estableció un plan, a parte de disparar y esconderse, Ethan les enseñó a ser la sombra de sus enemigos, a escabullirse entre los arbustos. Cada día entrenaban varias horas en el bosque con sus arcos y luego salían de caza, les hacía correr por la nieve con pesadas capas mojadas a la espalda. Por la tarde hacían flechas y volvían a salir al frío intenso.

Les enseñó a montar refugios y les instruyó en las mejores acciones de ataque envolvente, pero sentía que todo aquello no era suficiente.

-Ethan, ¿Cuándo podremos enfrentarnos a los bandidos?- Preguntó Caurt.

-Creo que evitaremos hacerlo si no es porque ellos nos ataquen.

Habían improvisado una atalaya en la chimenea de la casa que estaba más alta, de tal modo que, con mantas embreadas cubiertas de nieve, un hombre podía ver si alguien se acercaba por cualquier dirección sin ser visto, pero era demasiado pequeño para poder disparar con un arco, así que habían ideado una especie de cerbatana-ballesta que lanzaría una flecha de aviso en caso de ser necesario, de tal modo que al ser lanzada esta flecha emitiría un fuerte silbido, ahora bien este arma no podría herir ni levemente a nadie, por lo que la respuesta debía ser inmediata si querían estar seguros de que nada malo pasaría.

Habían ocupado la casa más alta, una posada de dos plantas que además tenía en frente otra casa con un establo que tenía el tejado oculto entre los árboles, y era el lugar perfecto para apostar a un par de arqueros, como los habían puesto también en las ventanas altas de la posada.

Como los hombres no eran buenos guerreros, Ethan pensó que sería mejor protegerlos el máximo tiempo posible, así que hicieron grandes escudos que les permitiesen ocultarse, mientras masacraban al enemigo para retener una posible carga.

Los arcos, estaban siempre encordados y con un carcaj repleto de flechas a su lado, y situados al lado de todas las salidas.

Ox era su mejor guerrero y parecía que Raüm se defendía mejor con la espada que con el arco, así que, muy a su pesar, dejó dada la instrucción de que si había que atacar de frente ellos formarían el centro de tal modo que si solo quedaban ellos tres se pudiesen defender entre todos y en cualquier caso que pudiesen retener una posible carga aunque fuesen dos segundos para conceder a los arqueros un disparo más.

La noche se les echó encima mientras caminaban por el bosque, aquel día habían escondido todo el material bien y pasarían la noche a la intemperie, solo un hombre estaba en el pueblo oculto en la improvisada atalaya para poder avisar al resto.


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Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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