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martes, 23 de diciembre de 2008

Día 24.-Reanudar la marcha

Habían tomado el camino hacia Treefield, pueblo de Raüm, aquella misma mañana, sin hablarse, el mercader no quería cruza palabra con Ethan, y él sabía que le culpaba de la indudable muerte de los hombres de Farmhill y, aunque sabía que quedarse allí solamente podría haber significado la muerte de todos, se sentía culpable.

“Habrías sido capaz de acabar con diez kuhaitines con tus propias manos-se dijo- tienes miedo. No, no tengo miedo, no me puedo culpar por querer vivir, por no permitir que se entregue mi vida a una causa perdida. ¿Perdida? Habríamos perdido a decenas de hombres de haberlos tenido, si hubieran decidido replegarse y marchar a Knight’s Field ahora estarían vivos y quizás podrían conseguir ayuda de los caballeros de Keepersburg para recuperar el pueblo y a sus familias; si es que siguen vivos.”

Raüm marchaba unos pasos detrás de él con los hombros caídos y la cabeza gacha, habían parado a comer y no había comido nada hasta que Ethan se lo dio en la mano, con tal de no dirigirle la palabra, había bebido bastante, el mercenario no entendía muy bien como conseguía mantenerse en el caballo, pero al mercader parecía no afectarle sumido como estaba en la pena.

Llevaban horas cabalgando entre la profunda nieve, cada vez subían más, pero el camino estaba bien, a pesar de no llevar nada de tráfico, durmieron a la intemperie una noche más y, cuando reanudaban el camino vieron un grupo de hombres bajar por el mismo camino en dirección contraria, serían unos veinte o veinticinco, viajaban con carros y pesados caballos de guerra, eran altos y fuertes, de espaldas anchas y pelo oscuro, menos de la mitad eran mujeres, pero iban igualmente ataviadas, con capas de pieles sobre armaduras de cuero endurecido tachonado, iban armados con largas espadas y pesados martillos y en vez de arcos portaban pesadas ballestas. Ethan inmediatamente pensó en un señor y su guardia personal, aunque no era capaz de ver estandarte o pendón que indicase rango alguno, tampoco llevaban libreas.

Sabía que les habían visto, así que decidió continuar su camino aunque Raüm le tomara por el brazo.

-¿Quién son?

-No se, quizá algún señor menor con su séquito.

-¿Sin pendones?

-Quizá sea algún mercader sureño.

-Pues debe portar valiosas mercancías.

-Lo mejor para saber, es preguntar, ¿no crees?- Ethan espoleó a su caballo y se adelantó, ante aquel gesto los ballesteros le apuntaron con sus armas, a lo que Ethan respondió tirando un poco de las riendas para detener a su corcel y luego levantó las manos.

Dos de los hombres se acercaron y se colocaron detrás de él, les miró con una amplia sonrisa. Otros dos más se le acercaron.

-No hace buen día para andar de paseo ¿maese…?- El que habló era posiblemente el más grande los hombres, con una larga barba marrón y un casco rodeado de una cinta de piel de marta con protecciones de metal.

-Ethan Edhamson de Krom.

-Hermoso lugar Krom, tiene unos valles muy hermosos, sobre todo en primavera. Mi nombre es Kaudor hijo de Kaunos hijo de Kauntor, señor de Frazzar, y este es mi primogénito Kaubaros.

-¿Frazzar, dónde queda?, he viajado bastante pero nunca había oído hablar de ese lugar.

-Quizá porque los occidentales nunca soléis llegar a los Acantilados de los Dragones, ¿Quizá te suene Corisain? Frazzar se encuentra algo más al noreste.

-¿Corisain? Eso está muy lejos, ¿qué os trae tan lejos de vuestro reino?

-¿Reino?, jajaja, condado más bien. Marchamos hacia el oeste, a Trekia.


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Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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