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viernes, 5 de diciembre de 2008

Día 11.- El mercader huérfano

Habían dejado al mercader inconsciente, sin duda para robarle puesto que su equipaje estaba desparramado por el suelo y los pocos cajones de la habitación estaban sobre los muebles, sin duda habían encontrado lo que buscaban porque allí no quedaba nada. Sin revolver.

Ethan indicó a la Ileena, la posadera, que le trajese un balde con agua, y en seguida lo tuvo, el mercenario esperaba que tardase un poco más para poder registrar la habitación un poco.

Varios huéspedes murmuraban desde la puerta arrancada mientras el joven ayudante de la posada trataba de dispersarlos, las voces iban atrayendo a más gente cada vez, pronto tendría allí a la guardia de la ciudad, no esperaba que eso le diese problemas, pero estaba bastante claro que tampoco sería lo mejor el que le viesen husmeando y menos tras lo acaecido en Gatetown pocos días atrás, poco más se había oído de aquello, solamente que un joven de Keepersburg había partido hacia el pueblo para construir una nueva posada, si conseguía tenerla lista para las fechas en que fuese la feria podría hacer un buen dinero.

Raüm soltó un gemido y trató de incorporarse pero calló sobre el colchón de su lecho sin fuerzas con un quejido, miró a un lado y a otro.

-Menos mal que estás bien.- Ileena parecía más tranquila.- Jaun, saca a esa gente de aquí por favor.- El joven cerró la puerta tras de si y trató de dispersar a la gente que al ver recuperarse al mercader parecía algo decepcionada.

-Malditos guardias.- Raüm se llevó la mano a la cabeza y soltó un bufido.- Como los pille los voy a despellejar vivos, ¿Ethan?, al menos estás tú aquí, parece que eres el único fiel. Tengo que dejar de fiarme de la gente. Como comprenderéis ambos, no estoy en situación de pagar, Ethan, siento haberle hecho levantarse tan pronto.

-No se preocupe por eso.

-Ileena, ¿qué te puedo decir?

-No te preocupes Raüm, hay cofianza, no me importa, ya me pagarás cuando vuelva.

-Muchas gracias, Illena, ¿Podrías dejarnos solos un minuto?, por favor.

La mujer salió de la habitación y cerró la puerta lo mejor que pudo.

-Ethan, voy a necesitar una escolta, aunque no tengo dinero, es fácil que intenten asaltar un carro de un mercader en los caminos, no podré pagarte hasta que alcancemos mi ciudad, hay una semana de viaje.

-Nada me ata a Keepersbourg, lo que no se es de dónde sacaremos el dinero para el camino.

-Ahora que lo pienso, puedo conseguir un préstamo de una persona que conozco, no es lo más recomendable, pero en menos de un mes estaré de vuelta con el dinero.

-En ese caso, saldremos en cuanto consigas ese préstamo.



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Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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