De repente una respiración tal vez, menos que un susurro pero con palabras inaudibles y un silbido fugaz.
Ethan se despertó más magullado de lo que creía recordar por la pelea del día anterior y con un terrible e incesante dolor de cabeza, estaba en una habitación, atado de pies y manos y con una mordaza, tirado en el suelo. Trató de incorporarse pero se dio cuenta de que sus ataduras daban a una pared porque a penas podía moverse. Poco a poco el dolor de cabeza y cuerpo se hizo más fuerte, sentía la espalda dolorida también, sin duda por la mala postura en la que se encontraba acostado.
De repente un sonido pequeños arañazos junto a su oído, pensó inmediatamente en alguna alimaña quizá un ratón, no esperaba encontrarse con una rata enorme por lo que se sobresaltó el espasmo hizo que todo el cuerpo le doliera un poco más. La oscuridad era prácticamente completa, aunque supuso que estaba en el desván o en algún desván al menos porque notaba la pared inclinada junto a él, supuso que era de noche porque una claridad infinitesimal entraba por lo que podría haber sido un ventanuco cubierto con pesados postigos.
No sabía si estaba pasando el tiempo o simplemente la muerte se estaba deleitando con su sufrimiento. Intentó articular una palabra pero la mordaza estaba tan apretada que fue menos aún que un gemido. De repente sintió en su frente algo húmedo, ver a la rata husmeándole le hizo estremecer y movió la cabeza con fuerza hacia un lado para tratar de ahuyentar al roedor, pero este no se amilanó, sin embargo Ethan sintió que todo le daba vueltas por un segundo, el giro brusco y el golpe de la nuca le había dejado completamente mareado, de haber tenido las manos libres se las habría llevado a la cara para tratar de detener el giro de la habitación, sintió nauseas y un reflujo de bilis le acudió a la garganta, trató de toser pero no pudo y, finalmente, perdió el conocimiento.
Cuando volvió a despertarse tenía el recuerdo de esa tenue respiración, quizá susurro que le había atormentado en un sueño en el que caía a un poco infinito dando vueltas sobre si mismo, sin poder centrar su vista en ningún sitio, intuyendo asideros a los que nunca llegaba a aferrarse. Se sintió más mareado que antes. De pronto sintió el sabor ácido en la boca y quiso vomitar, pero se resistió como pudo.
Cuando la habitación parecía girar con menor velocidad dirigió su mirada al ventanuco lo cual le indujo un estado de mareo aún mayor que le obligó a cerrar los ojos para tratar de recuperar la compostura por un segundo. Por el escaso resquicio que dejaban lo que ahora veía como unos maderos que tapiaban la ventana a conciencia, vio que ahora entraba una claridad algo mayor, insuficiente para ver el final de la estancia al otro lado pero si suficiente para estimar que o estaba en la posada o le habían llevado a algún otro lugar fuera del pueblo, pues no recordaba haber visto otra casa de ese tamaño en Gatetown.

Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
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