Hacía varios días que descansaba en la misma posada, realmente el ambiente era muy tranquilo, no es que esperase una pelea ni nada por el estilo, pero la verdad es que desde que había terminado la guerra no había hecho más que vagar, no es que eso le molestase especialmente pero el sueldo del mercenario no le permitiría sobrevivir mucho más tiempo a pesar de que se había empezado a quitar de ciertos lujos como, por ejemplo, comer más de dos veces al día.
Para matar el aburrimiento había adoptado una disciplina casi militar, cada día tras levantarse, comía algo, rescatado de la cena de la noche anterior, normalmente un trozo de pan duro y, a caso, un poco de mantequilla. Luego se aseaba y dedicaba un par de horas a entrenarse con la espada y el escudo o con la vara que siempre le acompañaba. Tras acabar su entrenamiento caminaba por la calle un rato hasta alcanzar el bosque dónde entrenaba otro poco, esta vez con el arco.
A primera hora de la tarde comía algo ligero para dedicarse acto seguido a limpiar su armadura y espada con grasa. Leer un poco o pasear finalizaban las actividades de su día para después cenar.
El día anterior había conocido a un tipo, era el herrero que al ver su decorada espada decidió acercarse a tomar algo con él y charlar. Pero aquel día no había aparecido y ya iba siendo hora de irse a dormir.
Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
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