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jueves, 8 de enero de 2009

Dos años atrás.- I

Sir Ludward que siempre se había mostrado prudente, en los últimos meses dirigía ataques cada vez más feroces hacia Ethan, nunca habían gozado de buenas relaciones pero cada vez era más complicado evitarse.

Ethan había optado a un contrato comercial con varias ciudades del norte, Rusan, Ilisargo y Xalt, comida a cambio de metales, perfectos para sus armerías. Durante los últimos meses había empezado a formar un pequeño contingente de hombres que defendiera la ciudad, ya que los que había cuando él tomo el poder eran más vocacionales que profesionales. A parte del dinero, principal problema en un principio, estaba el tema de las armas y Krom no poseía mina alguna, por lo que necesitaba comprarlo a otras ciudades, el problema estibaba en que si lo compraba al Imperio, le costaría muy caro; y las rutas desde esas ciudades solían acabar en Corland, y Ludward se negaría a venderle o, en caso de hacerlo, aumentaría considerablemente el precio.

Las negociaciones eran favorables a Ethan sobre todo desde que los condes acudieron a su casa para negociar y quedaron embelesados con la arrolladora presencia de Parnás, esta parecía acaparar buena parte de la atención, muy a pesar de Ethan que, sin embargo, veía claramente su ventaja. Parnás seguía siendo una mujer tremendamente hermosa, más aún tras su embarazo, que la había ensanchado las caderas lo justo y había copado su busto de modo que era casi irresistible para cualquier hombre.

Ethan entendía ya perfectamente que los murmullos en la corte hablaban de él y de su mujer, no obstante él era un noble por hecho y no por derecho, mientras ella pertenecía a una familia con una basta genealogía. Pero no era eso lo que preocupaba a Ethan, más bien sería interesante señalar que Parnás seguía moviéndose en un círculo que le estaba vedado a su marido y, a pesar de que eso le hacía conseguir cada vez mayor número de contratos comerciales, lo que le preocupaba es qué estaba vendiendo como mercancía en realidad.

-Parnás.- Dijo Ethan tomándola del brazo.

Ella se desembarazó de él con un gesto brusco.

-¿Qué deseas?

-A ti, lo sabes perfectamente.- Habían pasado seis meses desde que naciera su hijo Erham y no habían vuelto a yacer juntos

-No se a qué te refieres.

-Por supuesto que lo sabes.

-¡Dilo!, no seas pusilánime, crees que soy una ramera, ¿verdad?

-Si al menos…

-¿No confías en mi?

Ethan se quedó callado un segundo

-Idiota, ¿crees que me casé contigo por amor?, ¿que pasé toda mi juventud esperándote?- Parnás lanzó una sonora carcajada.- Entonces también creerás que el comercio con Rusan o con Ilisargo es gratis.

-Zorra.

-Tú me has arrastrado a esto, acaso esperabas que muriese pobre como una rata, para eso no me hace falta Krom, ni tú; mi padre me hubiese servido bien para ese propósito, él era una rata y mi hermano poco habría hecho por mejorar eso, pero tú, tú me sirves aún.

Ethan lanzó su mano abierta de abajo hacia arriba, directo a la cara de Parnás que calló al sueño por la fuerza del impacto. Pero esta empezó a reír con una risa frenética.

-Puedo acabar contigo Ethan y con Krom también si lo pretendiese, pero no creo que con eso ganara nada ninguno de los dos. Creo que entiendes perfectamente que Erham heredará esta tierra y que quizá no sea de su padre.


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Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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