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jueves, 15 de enero de 2009

Días 25 y 26.-La enfermedad

Hacía días que no salía el sol, quizá por eso Raüm estaba de mejor humor. Había comenzado a hablar sobre sus negocios y por qué viajaba hasta tan lejos, en realidad no le hacía falta, hacía bastante tiempo que sus mercancías podían ser distribuidas por su gente, sin embargo le gustaba mantenerse en activo, su mujer era buena con las cuentas, pro lo que no necesitaba estar todo el tiempo al tanto de ellas. Él prefería el trato personal, los primeros años tras haberse establecido, había tenido que dejar de viajar y eso le había hecho perder mucho interés y bastante dinero, por eso comenzó a viajar de nuevo, y el negocio iba mucho mejor así, con su mujer controlándolo y él distribuyendo alguna mercancía y manteniendo las relaciones. Sus principales clientes lo agradecían, además Raüm siempre solía montar algún puesto en las ciudades para conocer mejor los intereses de la gente y saber dónde tenía que invertir.

Ethan, que había tenido bastantes tratos comerciales en otra época, pero que no podía decírselo a Raüm, mantenía una conversación distante, asentía aquí y allá, pero procuraba no dar su opinión si no se la pedían.

La nieve era muy alta en aquella parte del camino, pero el sol de aquel día la estaba empezando a deshacer, y a medio día el camino parecía mucho más despejado. Por otro lado, seguían sin encontrar gente en el camino lo cual no era de extrañar debido a las dificultades de caminar por un sendero cubierto de nieve.

Raüm ofreció pararse a comer y Ethan aceptó sin más, sabía que estaban empezando a quedarse sin comida y que Raüm ya habría de pagarle más de lo que le quedaba. Se sentía tentado de tomar el dinero y abandonar al mercader a su suerte, ya se estaba cansando de caminar y, con el dinero que le debía podría pasar unas semanas tranquilamente en alguna posada de mala muerte. Por otro lado, la verdad es que aquella idea era fruto del cansancio.

Ethan no había vuelto a dormir suficiente desde que salieron de Farmhill; Raüm no podía cumplir con sus turnos de guardia, no estaba acostumbrado y cuando lo había intentado o bien habían perdido horas de camino o Ethan se lo había encontrado dormido por la mañana al despertarse con el sol. No, tenía que hacerse cargo él, siempre le decía al mercader que harían cuatro turnos, dos cada uno, salteados, pero Ethan siempre hacía tres. Raüm no se quejaba, aunque le miraba con cara triste por las mañanas.

El mercenario estaba empezando a sentirse realmente cansado, la comida le sabía rara aquel día y empezó a notar una carga en los hombros al poco de volver a montar, poco a poco sentía como si un peso cada vez mayor le apretase del cuello hacia la grupa del caballo. Empezó a tiritar en cuanto el sol se ocultó y un sudor helado le cubría la cara, tosía sin parar y a duras penas podía mantenerse sobre su montura cuando menos aún dirigirla. Raüm tomó las riendas y guió al animal durante un rato más.

-¿Te encuentras bien Ethan?

-Sí, sigamos, no podemos parar aún.

-¿Estás seguro de que quieres continuar?

-Yo te diré si no puedo más.

-Pero, deberíamos preparar un refugio, no hay dónde parar en varias millas.

-Entonces seguiremos el camino toda la noche... -Ethan empezó a toser varias veces y casi cae del caballo, de no ser por Raüm que se colocó a su lado y le mantuvo erguido.- Gracias pero, estoy bien.

-No es cierto, deberíamos descansar.

-Seguiremos.

-En ese caso, al menos dejame que te eche esta manta por encima, la noche va a ser muy fría.

Ethan no se resistió, tomó la manta y se arrebujó tiritando visiblemente, para no quedarse fríos Raüm decidió que no pararían, en vez de eso, para mantener caliente a Ethan encendió una linterna de aceite que desprendería algo de calor y se la colocó en frente, atándola con cuidado para que no cayese al suelo, la cara de Ethan estaba bastante blanquecina lo que contrastaba con unas negras ojeras bajo los ojos.

Raüm pasó toda la noche despierto guiando a los dos caballos, mientras Ethan había caído profundamente dormido y si no caía de su montura era porque el mercader estaba a su lado para sujetarle. Raüm estaba helado, tiritando ostensiblemente también puesto que a media noche había echado otra manta sobre Ethan y él solo se había cubierto con su abrigo y una capa no excesivamente gruesa.

La mañana se despertó también soleada, pero unas nubes negras se acercaban amenazando tormenta. A medio día Raüm despertó a Ethan que soltó un quejido, luego le ayudó a apearse y preparó una hoguera con algo de madera que habías cogido de la cabaña el día anterior y demasiado aceite. El mercader preparó una sopa con carne y algo de verdura que les quedaba, como el pan estaba ya demasiado duro, también lo echó al cazo. Ethan do decía palabra mientras comía lentamente haciendo ligeros gestos de dolor al tragar.

La cara del guerrero era un poema de dolor y sufrimiento, Raüm dejó el cacharro caliente aún una manta y la enrolló para que diera calor a Ethan sin miedo a que este se quemara.

-¿Ethan?

El mercenario tardó en contestar y cuando lo hizo fue precedido de un gemido y muchas toses que empeoraron su cara.

-Dime, Raüm.

-Aún tenemos más de medio día hasta que podamos alcanzar algún puesto de guardia.

-Aguantaré.

-No, no es eso, pienso que quizá podamos conseguir que nos auxilie algún granjero, creo que cerca hay alguna granja, y seguro que por unas monedas estarán muy dispuestos a dejarnos dormir resguardados.

-Pero...- de nuevo la tos cortó a Ethan que permanecía muy encorvado.

-Ethan hemos de hacerlo, a este ritmo no llegarás a Freetown.

Como acompañando las palabras de Raüm comenzó a caer una fina lluvia que pronto se convirtió en una tormenta de nieve.

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Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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