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lunes, 29 de junio de 2009

Día 41.- La casa de Raüm

Falá era una estupenda anfitriona, no cabía duda, habían amanecido con un agradable aroma a huevos y beicon, además de pan recién hecho, Raüm estaba allí, a su lado mirándola embelesado mientras la estorbaba, más que ayudaba, para poner la mesa para cinco, a pesar de lo cual el hijo no bajaría hasta un rato después.

Tras desayunar Briane insistió en ayudar a Falá con la comida mientras Raüm e Ethan marchaban en busca de Tumrol, un gran comerciante de metales del norte, traía la mejor mercancía de Rusan, la cantidad que quería comprar no era ninguna tontería así que decidió tantear un poco el terreno, no obstante con la cantidad de dinero que iba a pagar Tumrol tendría que partir de inmediato para reabastecerse para el futuro más cercano.

La casa del comerciante era realmente grande, había dos guardias apostados en la puerta y otro más patrullando el jardín, Ethan dejó su espada a los gusrdias y pasaron, Raüm era suficientemente conocido en la zona a pesar de lo cual al llegar a la entrada interior un guardia les cortó el paso y les escoltó llevando la ballesta cargada.

Tuvieron que esperar un poco junto a un hombrecillo de pelo grasiento negro y finos bigotes encrespados que echaba cuentas con un viejo ábaco y que se presentó como el socio de Maese Tumrol.

-¿Raüm? Maldito hijo de perra.- La enorme mola de Tumrol se abalanzó sobre el mercader y le propinó un potente abrazo, era un tipo de mofletes prominentes y ojos pequeños, el poco pelo blanco que le quedaba colgaba en una coleta a su espalda.

-Tum, amigo.

-Has estado mucho tiempo fuera...

-¿No habrás intentado embaucar a mi mujer, verdad Tum?

-¿Por quién me tomas?- Ambos rieron con ganas, estaba claro que el afable viejo era muy buen amigo de Raüm.- Esto hay que celebrarlo, ¿conocéis a mi socio Yage? Es una pena que no pueda acompañarnos, pero Raüm he oído que te vas pronto. ¿Qué te traes entre manos?

-Si no te importa prefiero contártelo a solas, te presento a Maese Ethan mi socio, él sí puede acompañarnos.

-Ecantado.- Ethan creía que aquel apretón sería blando y humedo, pero nada más lejos de la realidad, la firme mano del comerciante era firme como la roca.- Yage, nos veremos esta noche si no te importa, en esta casa mi amigo es uno más.

Entraron en un salón ricamente vestido y una hermosa joven ataviada de camarera les trajo te y bollos recién horneados.

-Y bien Raüm, ¿qué te ha mantenido tanto tiempo fuera del hogar?

-Las nevadas este año han sido copiosas y el camino de vuelta no ha ido bien, me atracaron mis guardias.

-Esos dos... brrrr más les vale no poner un pie en Manrik, de ahora en adelante tienen prohibido visitar este lugar, ya me encargaré yo de que no entren y si no puedo evitarlo, al menos no saldrán.

-Gracias Tum.

-¿Y qué te trae por mi casa cuando deberías estar cumpliendo las necesidades de tu mujer?, ha de ser algo importante para dejar a tan gran señora.

-Tum, no te pases.

-Jajaja, sabes que si te pasara algo nada la faltará.- Raüm asintió.- Ethan, cuentame, ¿de dónde eres?

-De Krom.

-Estuve a punto de hacer negocios con el joven señor de esas tierras, se llamaba como tú, creo que le desbancaron, una pena, espero que no te moleste, pero su mujer era una joya de los negocios.

-Sí, bueno, eso dicen, más bien era una fulana, pero era hermosa, eso no se puede negar, aquel Ethan tenía más suerte que yo.

-No he oído lo mismo, más bien dicen que tuvo que huír para que no le dieran tierras nuevas, ya me entiendes. Raüm, sabes que esta es tu casa y que aquí tçu mandas, así que sírveme una buena copa de Brandy.

-Por supuesto, como es mi casa, me tomaré otra yo, y creo que invitaré a mi socio.

-Jajaja, creo que la próxima vez te haré regalos menos caros.- Los tres rieron con ganas.

Era un gran licor, suave y dulce a la par, Ethan estimó el precio en unas 4 monedas de oro, una auténtica locura solo al alcance de un gran capital.

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Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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