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domingo, 7 de junio de 2009

Día 40.- Manrik

Manrik era un pueblo, supeditado a una ciudad, por tanto, pero era casi más grande que esta, contaba con un mercado de gran importancia y estaba rodeado de gruesas murallas. Estaba situado en lo alto de una colina y dominaba un gran terreno desde sus almenas, pero le faltaba algo, una cosa que era de suma importancia y sin lo cual nunca sería una verdadera ciudad independiente, estaba situada lejos de toda fuente de agua, no había acuíferos en aquel monte, el río estaba a varias millas y solo podían cubrir los requerimientos de agua con los pocos pozos artificiales, que se habían excavado cientos de años atrás en busca de agua y que finalmente se habían mantenido para recoger el agua de lluvia, y mediante la compra a la ciudad que estaba situada un par de millas más allá, junto al río.

Para el transporte del agua los Manrikeños habían creado enormes cañerías y un sistema de turbinas conectadas a enormes molinos, que arrendaban a la ciudad, y que les subía el agua lentamente pero sin pausa. Por el mismo motivo se había creado un sistema de bajantes por el que se tiraban el agua sucia y la basura.

El pueblo, como era de esperar estaba copado de comerciantes y era bien conocido por sus alfarerías, la gran cantidad de arcilla encontrada al otro lado de la montaña había hecho imprescindible aquel asentamiento para protegerla pues, en el momento de la creación del pueblo, casi cien años atrás, aquel era un material por el que se llamaba a las armas.

Raüm iba el primero cuando cruzaron los enormes portones, no había ningún guardia allí, guardando la entrada; Ethan y Briane le seguían de cerca y Yal y Framar andaban justo detrás.

Un chiquillo de unos diez años al verles entrar echó a correr hacia ellos, Raüm bajó de su caballo para atarle entre sus brazos y llenar su rubia y desamarañada cabellera de besos.

-Braül, hijo mío, que grande estás, ¿eras tan grande cuando me fuí?

-Padre, solo hace unas semanas que se fue.- Raüm rió con él mientras le levantaba y le subía a horcajadas en el caballo.- Madre ya estaba preocupada, pero yo le dije que no pasaba nada, que volverías pronto, y que allí estaba yo para cuidar de ella y de Jara.

-Claro, no tenían nada de lo que preocuparse contigo allí.

-Aha.

Cuando llegaron a su hogar, una enorme casona de piedra de dos plantas y con un hermoso establo propio, suficiente para tres caballos y un carro y en cuya planta inferior había un antiguo taller convertido en almacén Raüm entró de golpe y llamó a gritos, una mujer de gracioso rostro, con rojos labios y sonrosados mofletes se abrazó a él, la mujer lloraba, y le abrazaba y le apartaba para mirarle la cara repetidas veces, riendo y sollozando.

-Ethan.- Le llamó Raüm.- Esta es mi mujer Falá.

Raüm mandó a los hombres de Jur a una posada bastante alejada de la casa y de aspecto destartalado, pero en la que les tratarían bien, Yal y Framar cenaron con Raüm y su familia y Briane e Ethan en la posada el Gran Alfarero, lugar en que ambos se alojaron , pero Ethan y la muchacha acabaron durmiendo en casa de Raüm, aunque el mercenario no consintió en dormir en la habitación del matrimonio pese a que casi le cuesta que Raüm se enfadase con él.

Briane y Ethan dormían en una habitación de invitados con un jergón relleno de blandas plumas y tapados con suaves sábanas y gruesas mantas. La cama no era demasiado grande por lo que pasaron toda la noche abrazados, la muchacha se durmió en seguida, pero Ethan no quería dormirse, a la luz de la estufa observaba su rostro y la curva de sus pechos en la manta mientras ella no soltaba su mano, como si temiera que fuera a escaparse de su lado. No sabía que eso sería lo último que haría él.

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Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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