Ethan había optado a un contrato comercial con varias ciudades del norte, Rusan, Ilisargo y Xalt, comida a cambio de metales, perfectos para sus armerías. Durante los últimos meses había empezado a formar un pequeño contingente de hombres que defendiera la ciudad, ya que los que había cuando él tomo el poder eran más vocacionales que profesionales. A parte del dinero, principal problema en un principio, estaba el tema de las armas y Krom no poseía mina alguna, por lo que necesitaba comprarlo a otras ciudades, el problema estibaba en que si lo compraba al Imperio, le costaría muy caro; y las rutas desde esas ciudades solían acabar en Corland, y Ludward se negaría a venderle o, en caso de hacerlo, aumentaría considerablemente el precio.
Las negociaciones eran favorables a Ethan sobre todo desde que los condes acudieron a su casa para negociar y quedaron embelesados con la arrolladora presencia de Parnás, esta parecía acaparar buena parte de la atención, muy a pesar de Ethan que, sin embargo, veía claramente su ventaja. Parnás seguía siendo una mujer tremendamente hermosa, más aún tras su embarazo, que la había ensanchado las caderas lo justo y había copado su busto de modo que era casi irresistible para cualquier hombre.
Ethan entendía ya perfectamente que los murmullos en la corte hablaban de él y de su mujer, no obstante él era un noble por hecho y no por derecho, mientras ella pertenecía a una familia con una basta genealogía. Pero no era eso lo que preocupaba a Ethan, más bien sería interesante señalar que Parnás seguía moviéndose en un círculo que le estaba vedado a su marido y, a pesar de que eso le hacía conseguir cada vez mayor número de contratos comerciales, lo que le preocupaba es qué estaba vendiendo como mercancía en realidad.
-Parnás.- Dijo Ethan tomándola del brazo.
Ella se desembarazó de él con un gesto brusco.
-¿Qué deseas?
-A ti, lo sabes perfectamente.- Habían pasado seis meses desde que naciera su hijo Erham y no habían vuelto a yacer juntos
-No se a qué te refieres.
-Por supuesto que lo sabes.
-¡Dilo!, no seas pusilánime, crees que soy una ramera, ¿verdad?
-Si al menos…
-¿No confías en mi?
Ethan se quedó callado un segundo
-Idiota, ¿crees que me casé contigo por amor?, ¿que pasé toda mi juventud esperándote?- Parnás lanzó una sonora carcajada.- Entonces también creerás que el comercio con Rusan o con Ilisargo es gratis.
-Zorra.
-Tú me has arrastrado a esto, acaso esperabas que muriese pobre como una rata, para eso no me hace falta Krom, ni tú; mi padre me hubiese servido bien para ese propósito, él era una rata y mi hermano poco habría hecho por mejorar eso, pero tú, tú me sirves aún.
Ethan lanzó su mano abierta de abajo hacia arriba, directo a la cara de Parnás que calló al sueño por la fuerza del impacto. Pero esta empezó a reír con una risa frenética.
-Puedo acabar contigo Ethan y con Krom también si lo pretendiese, pero no creo que con eso ganara nada ninguno de los dos. Creo que entiendes perfectamente que Erham heredará esta tierra y que quizá no sea de su padre.
Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
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