Cuando alcanzaron la casa Ethan tiritaba con fuerza y estaba completamente blanco. Raüm llamó dos veces, sin obtener respuesta, tras un momento de espera volvió a intentarlo, de pronto creyó ver fugazmente una cara en una ventana.
-Por favor, necesitamos pasar la noche, mi amigo está enfermo.
No obtuvo contestación, volvió a llamar.
-Tenemos dinero, podemos pagarle una cama.
La puerta se abrió un poco y por el resquicio asomó una cara fina y afilada con nariz aguileña y un robusto bigote más gris que marrón.
-Gracias al cielo, mire, hay mucha distancia hasta la próxima posada y mi amigo no puede dormir al raso con esta lluvia y el frío... Hemos pensado que quizá usted tenga un hueco junto a su hogar.
-Somos gente humilde, mi señor, no nos sobra el espacio, y menos aún las camas.
-Le pagaré bien, solo será esta noche. Por favor, hace horas que mi amigo no deja de toser y casi no puede tenerse en pie.
-Mi señor, en estos tiempos es peligroso tener a un guerrero bajo tu techo, pero puedo ofrecerles un sitio en el pajar, aunque he de advertirles que hay allí alguna gallina y una vaca.
-No se preocupe, nos apañaremos.
-En cuanto al dinero...
-Le pagaré una moneda...
-De plata, una moneda de plata será suficiente.- Ante la mirada de incredulidad de Raüm el hombre continuó.- O si no también pueden dormir a la intemperie.
Raüm le miró con rabia contenida.
-Bien, aquí tiene, pero en el precio deberá poner la cena y el desayuno, así como algo de comida para el viaje.
El hombre estrechó la mano del mercader y asintió. Raüm ayudó a Ethan a bajar del caballo, luego los ató donde pudo dentro de la cuadra-granero. Vio que los víveres de la familia empezaban a escasear y que aunque la vaca aún podría dar leche, poco iba a durar pues seguramente sería el alimento de la familia en las semanas venideras.
La familia estaba compuesta por el granjero y su mujer y dos jóvenes varones de idéntico aspecto, uno de los cuales hablaba sin parar casi incoherentemente mientras el otro comía en silencio la sopa de alubias y cebolla. Para acompañar al primer plato, tenían pan bazo y cerveza aguada templada.
Poco a poco, la comida trajo el color de vuelta a la cara de Ethan que incluso consiguió cortar la conversación del niño y les entretuvo con una pequeña historia de caballerías. Tras la cena, la mujer les ofreció varias mantas y les ayudó a hacer un camastro con paja en el granero, con lo que pasaron una buena noche.
Una Daga en la Noche by Adrián García Maganto is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
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