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martes, 28 de abril de 2009

Día 33.- Dejando Freetown

El mercader y Ethan marchaban a la cabeza, con Framar y Yal un paso por detrás, al fondo les seguían los otros hombres. El trovador traía una interesante discusión con su compañero sobre los requisitos de una buena balada y, a pesar de lo que pudiera parecer, las pequeñas estrofas que Framar canturreaba, en respuesta a cada ataque del primero, parecían darle la razón.

El sol calentaba a pesar de que a la sombra hacía bastante frío y de que el aíre que venía del sur refrescaba el ambiente. A ambas orillas de la calle se amontonaba la nieve sucia que aún no se había derretido a pesar del mejor clima de los últimos días.

Los hombres de Jur refunfuñaban por el calor y reían al rato cuando veían pasar a alguna joven bonita que recibiera con desdén sus soeces piropos. Cuando llegaron al cruce con la calle larga giraron hacia la izquierda y enfilaron esta hasta la puerta norte o Puerta de la Libertad. El muro era en esta zona bastante alto pues no había rocas ni río en esta zona, como en el resto de las paredes, que hiciesen el acceso algo más complicado. Una vez rebasado el umbral siguieron camino entre la multitud de casuchas de los suburbios. En un momento los niños se arracimaron sobre ellos y Framar se adelantó.

-No les dejéis que se acerquen tanto,estos pilluelos os vaciarán los bolsillos antes de que tengáis tiempo de daros cuenta. Alejaos- El hombre sacó un par de monedas de su bolsa y se las arrojó a los niños, Ethan se dio cuenta de que eran de plata.

-Eres un buen hombre.- Dijo Raüm, pero Framar no contestó, agachó la cabeza en gesto de asentimiento y dejó que su semental se pusiera de nuevo a la altura del carro.

Ethan echó ojo hacia atrás, los guardaespaldas que les habían impuesto apartaban a los críos a patadas y les recriminaban a gritos. Había mucha gente por las calles, todos con ropas sencillas de campesinos de tonos parduzcos. Ninguno osaba mirarles a la cara, agachaban la mirada y se apartaban de su camino para abrirles paso.

Media hora después caminaban a paso lento por las lindes de las afueras de la ciudad, Ethan se giró sobre la silla de su caballo y miró hacia atrás, a lo lejos ya, aún se podían ver perfectamente las murallas, el enorme portón abierto de par en par y un grupo de arqueros vigilando desde las almenas, una brisa suave agitaba los pendones de gules y rosa pálido, que eran los colores de la ciudad.

-Ethan, se que no has podido despedirte de esa joven, en realidad era muy hermosa, hace dos días la vi, por la mañana, tú aún estabas dormido, me pidió que no te dijera nada y yo estoy rompiendo mi promesa.- La mirada del guardaespaldas no dejaba lugar a dudas.- Lo siento, ella no quería verte, no puede dejar sola a su madre...

-Raüm, déjalo, ya vale, no esperaba verla, porque no me importa.- Ethan espoleó a su caballo dejando atrás al mercader. Sabía que Raüm no quería molestarle pero no quería que siguiera revolviendo el tema.

A media mañana Framar se adelantó y se puso junto a él.

-No me recuerda, ¿verdad?

-¿Como dice?

-Combatimos juntos, antes de que le nombraran señor de Krom,- las levas de ciudadanos no eran comunes pero algo le hacía suponer que Framar había sido un guerrero importante tiempo atrás,- la verdad es que es normal, ya entonces era caballero, con hombres a su cargo, que le seguían sin pensarlo.

-Creo que se equivoca. El señor de Krom es otro.

-Nada de eso, le recuerdo perfectamente, me hubiese gustado luchar a su servicio.- Framar suspiró.- No siempre llegamos a ser lo que deseamos, o quizá cuando llegamos no sabemos mantenerlo.

-A veces lo que pasa es que te das cuenta de que no merecía la pena el esfuerzo.- Framar asintió.- Mire, maese Framar, no me gustaría que Raüm... ya sabe, que se enterase, para él soy...

-Un amigo, no lo dude, no se enterará por mi, la primera vez que le vi, por la calle le reconocí, pero en sus gastadas ropas no vi al señor, por eso decidí unirme a su servicio.

-Aquí somos iguales.

-Nunca seremos iguales, aunque lo quiera ocultar, siempre será mi general. Yo lo veo así y así lo ve Raüm, para él usted es más que su guardaespaldas, le pide consejo, acude a usted.

-Si, lo he notado, pero siempre ha sido de este modo,nos une la amistad desde que nos conocimos.

Un silbido les llamó la atención, el grupo se había detenido y Yal les miraba desde el suelo. Comieron algo de carne y reemprendieron la marcha en seguida, el ritmo era muy lento, así que al empezar a ocultarse el sol aún se veía la ciudad a lo lejos a pesar de la ligera neblina que empezaba a aparecer. Ethan se arrebujó en la capa para curirse del intenso frío nocturno, aún les quedaban unas horas antes de parar a dormir y, a ese ritmo, no alcanzarían la posada en la que tenían planeado detenerse hasta bien avanzada la noche.

Poca gente transitaba aquel camino, se encontraron con un mensajero que iba a galope tendido y poco más hizo que dedicarles un saludo cuando pasó a su lado en dirección contraria, un grupo de tres pastores con un pequeño rebaño de cabras les saludó y les indicó que había un refugio e cazadores a una hora de camino por si querían pararse a descansar ya que para la posada tenían varias horas. Así lo hicieron, el refugio era poco más que una habitación estrecha, pero, al menos les cubría de la escarcha que empezaba a caer fuera; había algo de madera, pero estaba muy húmeda para que llegara a prender con facilidad, así que Raüm echó mano de un frasco de aceite para embadurnar un par de maderos y el calor generado fue suficiente para hacer prender una pequeña hoguera.


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lunes, 20 de abril de 2009

Día 33.- La partida

Ethan se despertó, sin hacer ruido se acercó a la ventana y abrió los postigos, Raüm roncaba suavemente en la cama, faltaba poco para el amanecer, ya empezaba a clarear la noche. Se acercó a la mesilla y, con cuidado de no hacer ruido tomó una lampara que les había prestado el posadero y la encendió sin gran esfuerzo con la yesca que llevaba siempre consigo, mientras amanecía recogió la ropa que había usado la noche anterior y se encargó de que todas sus cosas estuviesen perfectamente empaquetadas, luego se sentó en la silla, mirando por la ventana y apagó la lámpara.

Recordó que hacía años que no miraba un amanecer de aquel modo, con esa necesidad en su carne, la última vez aún no se había casado con Parnás, se acordó de aquel momento, los dos semidesnudos, abrazados bajo una manta de suave lana, recostados sobre la verde hierba de la primavera de Krom, sobre una colina algo alejada. Habían sido buenos tiempos.

Cerró los ojos, casi sentía que las lágrimas acudían a sus ojos, pero no las dejó salir, él había amado a Parnás, aún la deseaba aunque se obligara a pensar que no era cierto, se la imaginó ahí sentada en su regazo, desnuda, como la primera vez, con su tersa piel rosada, pero al mirar la cara no era la de Parnás la que vio, sobre sus rodillas no estaba aquella que había ocupado sus más intensos sueños, la que ahora le miraba a los ojos era Briane, le sonrió con esos dientes perfectos y esos labios ligeramente elevados y desapreció.

Ethan notó que Raüm se había levantado.

-Perdona Ethan, no quería despertarte, supongo que estabas vigilando por la ventana y te has quedado dormido.

-Sí, vigilando.- La voz de Ethan era solo un susurro, pero Raüm ni siquiera sonrió, se le acercó y puso sus manos sobre los hombros del guardaespaldas.

-Parece que el clima nos acompañará, al menos esta jornada, con el cielo tan despejado seguro que hará frío, ha caído una buena helada, pero creo que el sol calentará bien nuestros huesos.

-Eso espero.- Ethan sonaba taciturno, aunque respondió a Raüm con una sonrisa ligera.

Cuando hubieron recogido sus enseres bajaron al salón común, hacía un rato que había amanecido, pero el salón estaba casi vacío, el posadero les sirvió una cerveza y algo de pan, estaba un poco duro, pero, tras mojarlo y acompañado de un poco de carne tierna y una manzana era bastante agradable.

Framar llegó en seguida, y Yal, que ya habría desplumado a algún campesino también se acercó un poco después tras desayunar acompañado de una camarera de abultado busto.

Tomaron una última cerveza mientras Gunjor les preparaba algo de pan, queso y carne salada para el camino, Ethan casi esperaba ver a Briane entrar de un momento a otro en la sala, ni siquiera iba a poder despedirse de ella o quizá no, el caso es que deseaba verla aunque fuera un momento.

Pero en vez de la muchacha, los que entraron, hablando a voz en grito y exigiendo un barril de cerveza, fueron los bravucones guardaespaldas que les había granjeado el prestamista.

Al frente iba un hombretón de pelo ralo y con un espeso bigote, al que una gruesa cicatriz le asomaba por el cuello de una camisa demasiado pequeña y demasiado cara para ser suya. También había un hombrecillo pequeño con el pelo muy corto y los ojos bastante grandes, al lado de este estaba Turd vociferando, tenía un ojo de madera y el otro era a penas una línea, debajo de unas cejas espesas, salvo en el lado izquierdo donde sendas cicatrices que le cruzaban la frente hasta el ojo desaparecido y que luego continuaban por la mejilla, no eran las únicas cicatrices, un costurón le recorría la mejilla dotándole de una sonrisa diavólica en todo momento. Los dos hombres restantes se quedaron a esperar en la puerta.

-Señor Raüm, estamos listos para partir.- Dijo el más bajito, un tal Fadaz.- El resto de la escolta nos alcanzará al anochecer, el señor de Gaufar tenía un encargo urgente.

Se bebieron sus cervezas de un trago y salieron fuera de la posada donde cinco caballos, de pésimo aspecto, y un asno gordo, al que habían atado un carro destartalado que estaba a rebosar de barriles y enseres, les esperaban, también encontraron ya ensillados los caballos de Raüm y Ethan, Yal por su parte indicó que no tenía problemas en montar y guiar el carro. Lo que más sorprendió a Ethan fue el enorme semental de Framar, quizá algo bajo de las patas de atrás, pero sin duda una bestia magnífica.

Antes de media hora habían terminado de cargar las cosas y ya estaban saliendo de Freetown cuando el sol ya se encontraba suficientemente alto para empezar a caldear sus huesos.


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domingo, 12 de abril de 2009

Día 32.- La esperanza

Ethan recorrió las calles de Freetown caminando por el mercado y visitando alguna que otra posada en busca de Raüm, pero no dio con él, sentía que le observaban, como si alguien estuviese siguiéndole, pero a pesar de eso, no pudo ver a nadie que pudiera reconocer, y la mejora del clima había sacado a mucha gente a la calle aquel día.

Se encontró pensando en la propuesta que le habían hecho, no la había considerado ni por un momento, no es que la preocupase especialmente que aquella gente negociara con Var-Kandik del Sur, si no eran ellos, algún otro lo haría y los precios parecían ser más competitivos de este modo, por lo que eran acuerdos muy ventajosos. El problema es lo que le habían estado diciendo aquellos hombres sobre Raüm, sin duda era consciente de que el mercader se había metido en un negocio complicado y, en ningún momento se le había pasado pro la cabeza ponerse en su contra, suficiente tenía Raüm con haber tenido que negociar de aquella manera, basándose en fórmulas mercantiles complejas, para que encima él pusiese pegas.

Sabía cual era el local en el que Raüm había conseguido el préstamo y se le había pasado pro la cabeza ir a hacerle una visita a sus benefactores, pero lo había reconsiderado, habida cuenta de que exigían acompañarles como parte del préstamo.

La verdad es que Ethan no sabía muy bien lo que hacer, necesitaba encontrar al mercader, saber cuándo iban a partir, pero, por otro lado, lo que realmente deseaba era encontrarse con Briane. A sabiendas de que no sabía dónde buscar y que llevaba horas caminando, tomó la decisión de esperar en la posada, quizá aquellos hombres se hubieran marchado ya.

Enfiló el camino de vuelta y echó a andar, se acercaba la hora de comer, por lo que había mucha menos gente ahora que cuando había salido de la posada. Seguía sintiendo un pinchazo en la nuca, sabía que algo estaba pasando a su espalda, tenía la certeza de que le estaban siguiendo, pero no podía demostrárselo a si mismo.

Cuando llegaba a la posada le abordó el juglar.

-Buenos días maese Ethan.

-Buenos días Yal, no habrás visto a Raüm, ando buscándole, se suponía que debíamos partir esta mañana.

-Pues sí, Raüm me habló esta mañana, me dijo que si le veía le comentase que os reuniríais esta tarde, después de comer, en la posada que tenía que cerrar unos temas, pero como no nos hemos visto...- La sonrisa del juglar parecía sincera pero los ojos decían mucho más.

-Claro, esta mañana he bajado, pero andabas desplumando a unos campesinos y no he querido molestar.

-Vaya, pues yo no le he visto, y he pensado que quizá maese Raüm se lo hubiera dicho al posadero y qué, sin duda, él os lo diría. Por otro lado, comprendo que usted estuviese cansado, Briane es una muchacha muy especial y sin duda se quedó usted con ella, un buen rato, supongo que se han acostado tarde.

Ethan lanzó una furibunda mirada a Yal, pero este respondió sonriendo lo que enfureció aún más al guardaespaldas que tomó al juglar por el cuello de la camisa levantándole un palmo del suelo.

-Briane no es una ramera, me quedé a hablar con ella, sí, pero eso es todo.

-No he dicho tal cosa, es una buena amiga mía, y la aprecio. Ahora bien, no me parece bien que me trate usted así cuando seremos compañeros de viaje, Raüm ha aceptado mi propuesta, viajaré con ustedes, tengo que moverme al norte antes de que vuelvan las nieves, si es que vuelven.

Ethan bajó a Yal, el mango de una daga asomaba de su cinto, pero no recordaba haberla visto antes allí, sin duda era rápido, a pesar de todo, quizá no sería mala compañía.

Se sentó a comer solo, aunque el comedor estaba repleto, no había rastro del mercader ni de la camarera. Tuvo que esperar durante un par de horas, rechazando propuestas de partidas de dados y cartas y escuchando la voz de Yal recitando versos para la parroquia, pero al fin Raüm llegó, acompañado de un hombre fuerte, quizás algo bajo, quizá demasiado curtido, su enjuto rostro tenía la marca de demasiados inviernos aunque, sin duda, se mantenía en forma, por su ropa debía ser un guardabosques o algo por el estilo.

-Ethan, este es Framar, nos acompañará en el camino.

-Bienvenido Framar, pude dejarnos un segundo, he de hablar con Raüm, a solas.

Cuando Framar se hubo alejado Ethan negó con la cabeza.

-¿Qué te parece?

-Un juglar y ahora esto, este hombre ha cumplido ya demasiados años.

-Veo que Yal te ha puesto al día. Mira Ethan, se que no te gusta ese hombre y que Framar es menos ayudad e la que necesitamos pero, no hay otra cosa, aunque solo hicieran bulto, en todo Freetown no encontrarás nadie más, ni mejor ni peor.

Ethan relató a Raüm la propuesta que había recibido de aquellos comerciantes por la mañana, el mercader sonrió, pero no pareció estar sorprendido. Él había estado recabando información, mientras buscaba compañeros para la aventura, le habían referido varias cosas, sabía que aquel negocio sería defendido por su padrino, pero por nadie más, y se sentía afortunado de contar con esos dos hombres.

Cenaron en la posada horas más tarde pero Briane seguía sin aparecer.



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domingo, 5 de abril de 2009

Día 32.- Una buena mano

Nunca había dedicado demasiado tiempo a los juegos de azar a pesar de que muchos de los nobles de Krom gustaban de jugar a las cartas, obviamente sabía jugar a varios juegos pues era casi una obligación conocer ciertas cosas cuando uno trataba de cerrar negocios, además no ser especialmente bueno ayudaba a cerrar negocios con cierta gente.

Al principio no le sonaba el juego que le proponía, un juego llamado “El Yana”, pero pronto se dio cuenta de que era prácticamente igual que aquel que en Krom se conocía como “Las Nueve Damas”, con un par de cambios, que en definitiva dejaban a las Nueve Damas en Siete Reinas, pero el mecanismo era el mismo.

La apuesta inicial era de media moneda de plata, en verdad jugaban tranquilos, cada mano duraba bastante tiempo y dedicaban más tiempo a charlar que a jugar.

Cada jugador recibía una mano de cinco cartas y luego por turnos descubrían una para robar dos más del montón hasta llegar a tener diez en la mano y cinco sobre la mesa, luego jugaban las cartas de su mano para ganar al resto y sumar los puntos a los de las cinco cartas de la mesa, ganaba el que terminase con más puntos sobre la mesa, teniendo en cuenta una docena de reglas para cambiar cartas de la mano o la mesa por cartas ocultas a cambio de dinero.

Ethan estaba siendo bastante cauto con su dinero, a pesar de lo cual había perdido ya seis monedas de plata y contaba con una mano realmente espantosa, consideró que solo estaba dispuesto a perder más de una moneda de plata más, por lo que se plantó en aquella espantosa mano para esperar una baza mejor en la que jugar su plata. El juego le recordaba a sus tiempos de noble, pero descubrió que no los echaba de menos, siempre había tenido que disimular que le gustaba, pero en verdad ahora se estaba divirtiendo más que ninguna otra vez.

La mano acabó en victoria de Deaboul que parecía hasta entonces algo compungido tras haber perdido ya una moneda de oro y tres y media de plata, aquella mano le había dejado el negativo casi a cero pues tanto Durab como Jurdab le habían acompañado bastante bien tratando de atosigarle para que cometiera un error.

-Esta es mi última mano caballeros.- Anunció Ethan.

-Una lástima.-Le interpeló Durab.

-No me queda mucho en la bolsa, amigos.

Ethan tomó sus cartas, no estaban mal, pensó que haría un buen jugador, dejó algunos puntos sobre la mesa para no perderlos en el juego, pero pronto se dio cuenta de que la suerte estaba cambiando tenía una reina, lo cual era bueno pero normal, pues se la baraja tenía seis más el arlequín que valía como dos, pero en su segunda mano recibió un lord y otra reina y la cuarta de las manos le dejó con la mesa bastante cargada y con dos reinas y el arlequín en las manos. Casi sin saber como actuar Ethan soltó un lord en la mesa y dobló la apuesta, sabía que tenía una mano muy buena y los puntos de la mesa le favorecían claramente, sin embargo Durab y Harol subieron la apuesta y compraron dos cartas ocultas cada uno, eso dejaba a Ethan en desventaja si aquellas cartas ocultas sumaban más de diez, pero el descarte fue muy bueno y dos lores más se unieron a sus reinas. Durab y Harol descubrieron su farol pues a pesar de tener muchos puntos en la mesa, confiaban en atemorizar a Ethan y sus cartas no eran tan buenas como cabría esperar de esas apuestas.

Ethan hizo el recuento, eran tres monedas de plata y dos de oro, mucho más de lo que esperaba.

-Una buena mano maese Ethan, es costumbre en freetown que el que gana invite.- Todos rieron como si fuese un chiste de lo más gracioso lo dicho por Jurdab.

-Por otro lado, maese Ethan, no solo nos interesa el juego, como comprenderá, nuestras familias han de vivir de algo.- Cortó amablemente Harol.- En realidad nos gusta más jugar en otro tipo de apuestas, me explico, mis tres amigos y yo hemos hecho una interesante alianza para un proyecto mercantil.

-¿Y bien?

-Negocios, vamos a importar buen acero kandisio y piel del Akass, y necesitaríamos un hombre fuerte e intrépido que controlase nuestros intereses durante el largo camino.- Durab se inclinó sobre la mesa y bajó el tono de voz.- Es una situación complicada la que existe entre Var-Kandik del Norte y del Var-Kandik del Sur, la guerra no pasa por su mejor momento.

-Algunos dirían que es contrabando.

-Por eso necesitamos que nos represente un buen guerrero, hemos visto como se mueve, le hemos estado observando.- Esta vez era Deaboul el que hablaba.- Si me lo permite, se me dan mejor las personas que los negocios.

-Lo siento mucho pero ya tengo una obligación en estos momentos, me debo a mi señor.

-Podríamos doblar su sueldo.

-¿Así, sin conocerme?

Durab sonrió y luego se lanzó rotundamente mientras se repantigaba en la silla.

-Sí, sabemos que trabajas para un mercader, hijo, está metiendo las narices donde no debe, se la está jugando, casi me atrevería a decir que su negocio es más arriesgado que el nuestro y, sin duda, mucho menos rentable.

-Me arriesgaré, pero muchas gracias por vuestra preocupación.-Ethan se levantó sin esperar replica, dejando dos monedas de plata sobre la barra.

-Señor Edhamson,- casi gritó Harol- sentiríamos mucho que nos rechazara sin conocer más sobre el proyecto, por que no nos vemos esta tarde aquí mismo, contrataremos un reservado y el señor Deaboul le explicará más a fondo.

Ethan abandonó la posada sin mirar atrás.


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sábado, 4 de abril de 2009

Día 32.- Listos para partir

Cuando se levantó Raüm ya no estaba, mientras había estado enfermo Raüm había estado cuidando de él y ahora Ethan no consideró ni por un momento decirle que quería su propia habitación, más aún conociendo que había gastado mucho dinero en aquella granja. La rabia le hizo apretar los puños, “granjero avaro, reza por que mis pasos no me lleven a tu puerta de nuevo.”

Habían pasado varias horas del amanecer, el sol estaba bastante alto aunque no lo había notado pues Raüm había dejado los postigos cerrados. Se aseó con el agua de la palangana, estaba muy fría pero, a pesar de que sentía los músculos de la cara atenazados por el contacto, se sentía bien, más aún cuando abrió la ventana y una gélida brisa le hizo tiritar un segundo, a pesar de lo cual no cerró la ventana para cambiarse, le gustaba la sensación de despertar su mente y activar el cuerpo.

Se puso una camisa y una chaqueta limpias, la última muda debería haberla usado hacía dos días, pero todo indicaba que Raüm se había encargado de que les lavaran la ropa y de que tuviese todo preparado para partir ese mismo día.

Al este las nubes negras anunciaban una inminente nevada, o quizá fuese lluvia, era difícil preverlo, a pesar de que hacía mucho frío no se sentía el ambiente seco que suele preceder a las nevadas. En las calles aún se podían ver restos de nieve, aunque solo en las zonas que se encontraban durante todo el día resguardadas del sol.

Ethan se acercó las escaleras y sintió un sobrecogimiento al recordar la presencia que había sentido la noche anterior, había bebido, sí, pero no lo suficiente para nublar sus sentidos de aquel modo, de repente, cuando ya estaba bajando algo llamó su atención en la pared del rellano. La vela descansaba sobre un saliente, aunque le colgaban chorretones de sebo no estaba gastada del todo y, ni mucho menos era nueva, instintivamente se llevó la mano al cinto, pero su espada no estaba allí, cambió el rumbo de su mano y aflojó la daga mientras observaba el rellano en busca de algún posible escondrijo. No pudo ver nada, además el pasillo era demasiado estrecho como para que pudiesen pasar dos personas hombro con hombro. “No puede ser- se dijo- debo estar equivocado.”

Bajó el tramo de escaleras y se asomó al comedor, el posadero estaba ocupado sirviendo a una mesa; los cuatro hombres sentados a esta parecían comerciantes, ciudadanos con algo de dinero a la vista de las ropas de buena hechura, solo uno de ellos podría ser un soldado, pues era grande y fornido. En otra mesa, al fondo de la sala, junto al escenario, Yal desplumaba con malas artes a un grupo de tres campesinos que arriesgaban su dinero a los dados. La fortuna de Junto no parecía de su lado a juzgar por sus caras serías, a pesar de lo cual el hábil juglar les permitía ganar de tanto en tanto para obligarlos a seguir jugando.

No se había dado cuenta de que una camarera había aparecido de detrás de la barra y le ofrecía asiento y una cerveza. No era Briane, tampoco ninguna de las que estaban allí la noche anterior, era una joven enjuta de graciosos ademanes y sonrisa alegre aunque tenía los ojos ligeramente separados y la nariz quizá algo aguileña, no era guapa, pero tenía algo especial. Ethan accedió a la cerveza, media pinta y un poco de pan con mantequilla y queso. Ethan lo comió todo en silencio, mientras tanto vio como Yal levantaba el campamento tras la huida de sus víctimas que posiblemente se lo pensarían dos veces antes de volver a jugar con aquel hombre. El juglar no se percató de su presencia y salió a la calle tras pagar las cervezas que se habían tomado los campesinos. Quizá era un embaucador, pero refulgía en el cierta nobleza.

Una vez se hubo marchado este Ethan recibió la visita de los hombres de la otra mesa. El que primero habló era un tipo delgado y no muy alto, con amplias orejas y el pelo negro ligeramente revuelto.

-Buenos días, permítame que me presente, mi nombre es Durab Jurabson y estos son mi hermano Jurdab,- El tamaño y la complexión de aquel hombre no dejaban lugar a dudas, a pesar de que este tenía en la cabeza unos bucles dorados, también algo enmarañados,- maese Harol y el hombretón es el señor Deaboul.

Vistos de cerca el señor Deaboul y Harol formaban una extraña pareja, el primero era como un toro alto y de anchos hombros, calculó que le sacaría una cabeza y media espalda, tenía rasgos vaskianos; por otro lado maese Harol era el prototipo de burgues Kandino acomodado, de ancha cintura, con los hombros ligeramente hundidos, completamente calvo pero con un abundante bigote que le resbalaba perezosamente hasta unirse en la papada.

-Buenos días, mi nombre es Ethan Edhamson.- El mercenario no se levantó de la silla aunque estrechó perezosamente la mano que le ofrecía Durab.

-Nos preguntábamos si nos acompañaría en una partida de cartas.

-No soy un gran jugador, seguro que el juglar habría accedido a jugar con ustedes.

-No, no, por Junto, ese hombre nos habría desplumado en un abrir y cerrar de ojos.- Dijo sonriendo abiertamente Harol.- Realmente no jugamos por el dinero, si no por el entretenimiento ¿sabe? Estos últimos días de nieve nos han dejado poco que vender, esperemos que ponto lleguen los mercaderes para suministrarnos de nuevo.

-Exacto, pero, mientras tanto, echamos alguna partida.- Jurdab parecía el más risueño aunque sus ojos ocultaban algo e Ethan decidió dares lo que querían, no le vendría mal distraerse un rato, mientras volvía Raüm de donde fuera que hubiese ido.

Gunjor el posadero les sirvió una ronda de pintas de una cerveza especial, bastante oscura, ante la pregunta de Ethan sobre si Raüm le había dejado algún recado este respondió negativamente, por lo que se reafirmó en su decisión de jugar una partida.



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miércoles, 1 de abril de 2009

Noticias

Blognovelas ha metido Una Daga en la Noche en su archivo, si os gustan las novelas en blog podéis encontrar un buen repertorio allí.

Por otro lado, se está gestando un nuevo personaje que, sobre el mismo mundo, tendrá una historia que no anlazará con la de Ethan más que en el transfondo, pronto os lo presentaré.

Este personaje ya está definido en líneas generales, pero obviamente habrá más, ya sean principales o secundarios, si alguien tiene alguna propuesta que no dude en enviarla, porque la estudiaré con interés y puede llegar a ser el próximo protagonista de alguna historia. Ni que decir tiene que si alguien se ofrece para patrocinar una de estas historias será bienvenido, aunque no es el objetivo y un café puede ser patrocinio suficiente.

Un saludo.

[ACTUALIZADO: 2 de Abril de 2009 --> el nuevo blog ya tiene nombre El Traidor Negro, aún no he escrito nada, pero ya está listo para empezar y posiblemente hoy será su presentación en sociedad, (El Traidor Negro es el apodo del personaje).

He decidido abrir un nuevo blog para este personaje para que sea más fácil seguir las historias. Todos los blogs que he creado y crearé estarán linkados, por lo que si visitáis el blog veréis que hay un link a cada uno de ellos.]

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